La piel es un tejido vivo y flexible que cubre
todo tu cuerpo protegiendo sus estructuras y órganos internos de los agentes
nocivos en su exterior.
Contiene vasos sanguíneos y capilares, glándulas sudoríparas y
sebáceas, receptores nerviosos y folículos pilosos que realizan un intercambio
natural de nutrientes, permitiendo tu interacción con el medio ambiente.
Algunas de sus características son:
Contribuye a regular tu temperatura corporal por medio de
la contracción o dilatación de sus vasos sanguíneos.
Es más delgada y sensible en tu cara, en especial en la zona de tus
parpados y labios, y más gruesa y resistente en la planta de tus pies.
Sus receptores responden al tacto, temperatura y dolor. Estos reportan
su estado al cerebro continuamente.
Se renueva constantemente cambiando sus células muertas. Este
proceso de regeneración se realiza naturalmente aunque puede acelerarse por
medio de cuidados apropiados.
Envejece a medida que nos hacemos mayores, perdiendo su
humedad y disminuyendo sus niveles de colágeno y elastina, lo que hace más
lento su proceso de renovación.
Su principal componente en la superficie es la queratina, una
proteína que le proporciona las propiedades de impermeabilidad y resistencia.
Elimina residuos y feromonas a través de la sudoración. Las feromonas
son conocidas como sustancias que aumentan la atracción sexual.
Tu piel refleja cómo te sientes y constituye un importante indicador
de tu estado de salud. Es primordial cuidarla y tratarla como parte integral de tu cuerpo.
Funciona por medio de regeneración de células en periodos de 28
días aproximadamente. Este proceso se realiza en la dermis y epidermis gracias
los nutrientes que le proporciona la hipodermis.
La dermis produce constantemente células, las cuales se mueven hacia
arriba a las células que se encuentran encima de ellas y en la capa siguiente o
epidermis. Desde allí siguen subiendo hasta llegar a la superficie. Este
proceso se realiza durante ciclos de 14 días.
En este ciclo las células pierden agua y sufren cambios químicos. Cuando
llegan a la superficie mueren y se aplanan conformando la textura que podemos
tocar y ver.
Tu piel es el órgano más grande de tu cuerpo. Una de sus
principales funciones es proteger tus sistemas internos de los
agentes nocivos que se encuentran en su exterior. Por lo tanto, es un indicador
sobre tu estado de salud. Si deseas lucir radiante, debes llevar un estilo de
vida saludable.
Dentro de tu actividad diaria te expones a la
humedad, las temperaturas extremas, el viento, y el sol. Es
necesario protegerte de estos factores para evitar sufrir de los signos de envejecimiento prematuro.
Existen factores de envejecimiento controlables como el sueño, el
agua, la nutrición, el ejercicio, el estrés y las substancias tóxicas. Aunque
muchas veces tu estilo de vida no te admite hacerte cargo de ellos, es
importante que generes hábitos diarios que te permitan controlarlos.
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